El alojamiento es una enorme casa en la que conviven con armonía la arquitectura antigua con una decoración clásica y elementos de modernidad, así como multitud de adornos "artesanales", que le dan originalidad a la casa. Los propietarios, Alain y Michelle, son una pareja extermadamente amable y atenta. Los desayunos en la terraza son una experiencia maravillosa, con productos de primera calidad. LA mayor pega reside en que el establecimiento es un B&B, y no hay en el pueblo ningún restaurante, tan sólo una pequeña pizzería de barrio, buena, pero con muy poca variedad.
Las habitaciones son muy amplias y cómodas, aunque carecen de aire acondicionado y en verano sólo con el ventilador puede llegar a pasarse calor.